Hasta siempre, Inma.

En una de las últimas ocasiones que cenamos juntas.

Hola, potingueras:
Hoy no arranco el post con la energía habitual, porque no puedo, simplemente. Hasta la letra es más oscura hoy.

Este va a ser un post muy personal, y ni si quiera tengo claro si lo publicaré, o si lo borraré tras publicarlo, pero necesitaba escribirlo.

Inma, Inmaculada López Escribano, BeautyVictim, nos ha dejado. Así, sin hacer ruido, discretamente, casi animándonos a las demás cuando nos comentaba con alfileres por redes sociales sus problemas de salud. Yo, de hecho, me enteré así, y sin tiempo de reacción, apenas.

No me las voy a dar de ser la más-muy-mejor-amiga, ni la que estaba más cerca, porque sería mentira. La quería mucho, y hubo una época en la que estábamos muy en contacto, sí, pero reconozco que durante estos dos últimos años apenas hablamos. Algún e-mail, algún "ya te contaré cuando nos veamos", porque ambas pensábamos vernos y nos gustaba más el directo, más de un pensamiento de "a ver si la llamo, mañana, que hoy es muy tarde". Y hoy ya es tarde, sí, del todo. Ya, por mucho que llame, ella no está. Me parece increíble estar diciendo esto, me parece surrealista.

Por si hay algún malpensado en la sala, el único motivo por el que se dió ese distanciamiento, es que ambas caímos en la trampa de nuestras propias vidas, como la mayoría de las personas. Nos creemos que vamos a durar siempre. Incluso si aceptamos que no será así, nos cuesta entender que puede que los demás se marchen antes que nosotros.
Caemos en la rutina, damos prioridad a trabajo, resolver problemas que no son tales, compromisos, cambios de planes, y, sobre todo, dar por hecho situaciones como coincidir en determinadas fechas, y que luego no suceda porque tu vida va girando, y la de las otras personas también, y a veces descoordina el giro.
Y eso fue lo que nos pasó. Yo pude ir menos a Madrid, ella venía menos a Alicante, y coincidir se hacía complicado, incluso cuando estábamos en la misma provincia, o eso nos pareció, pero el cariño estaba ahí. Que no llames a una persona todos los días no significa que no te acuerdes de ella (aunque te troleen las redes sociales y se traguen más de un mensaje que nunca llega)

Ella solía venir por Alicante en vacaciones, y solíamos reunirnos y ponernos al día. Recuerdo más de una caminata por la playa, y posterior sentada en la piscina mientras arreglábamos el mundo y compartíamos confidencias. Porque así es como quiero recordarla, relajada, bañada por el sol y el mar, que tanto le gustaba, cercana, con el pelo suelto y revuelto, tan movido como su creatividad, y con una sonrisa que te contagiaba y te hacía sentir en casa.
El mismo día que me enteré de su fallecimiento tuve que bajar a la playa, pero no la ví pasar con su caminar rápido y acompasado.

No paraba nunca, era activa y creativa a partes iguales, apasionada por lo que hacía, siempre tenía algo que aportar, algún giro más de tuerca se podía dar a un tema o a otro en el mundo cosmético y blogger; porque ella, además de periodista, era blogger de belleza, y lo llevó con mucho orgullo. Defendió siempre que había sitio para ambos enfoques (y lo hay), y fue una especie de mamá pato que nos acogió a todas las bloggers de belleza que estábamos empezando en ese momento y nos mostró lo que era ese mundillo desde dentro, con teoría, con talleres, con fiestas, pudiendo probar cosmética diferente y con sello, y creando las Beauty Party originales, únicas, en las que se dejaba la piel por conseguir un evento de calidad, y que los muchos kilómetros que nos hacíamos algunas para asistir merecieran la pena.
Era generosa y atenta, siempre dispuesta a enseñarnos a mejorar como blogueras de belleza, a resaltar nuestros puntos fuertes, y a limar los defectillos. Nos impulsó y nos ayudó a crecer, nos invitó a volar, y nos dió visibilidad en un mundo en el que, en ese momento, éramos "las tontitas que se maquillaban" para la inmensa mayoría del personal. El fenómeno influencer estaba en su gérmen en este país en esas fechas.

Nos deja a todas un poquito huérfanas, y el mundo de la belleza, y la blogosfera, no va a ser lo mismo sin ella. Quien diga lo contrario, miente.

Nunca podré agradecerle lo suficiente todo lo que me regaló, y no me refiero a objetos. Apoyo, sabiduría, cariño, complicidad, confianza, inquietudes, y las ganas de querer hacer de este mundo blogger algo respetable y bonito, sin perder el norte.

Inma, te vas demasiado pronto. Espero que, donde vayas, encuentres luz, paz, y alegría. Entretenimiento, seguro, de eso ya te encargas tú. Te veo organizando algo en cuanto se despisten por allá.

Te vamos a echar mucho, mucho, mucho, de menos.
Hasta siempre, Inma. Gracias.